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Un viaje a la Navidad tradicional: recuerdos, antepasados y costumbres en La Bañeza y sus comarcas

Inmersos en las fiestas navideñas, es importante tener presente a seres queridos que ya no están, antepasados e incluso las tradiciones que nos han precedido para conocer cómo se vivía la Navidad en la antigüedad hasta llegar a lo que es ahora. Por ello, el historiador de Quintana del Marco, José Luis de las Heras Alija, ha querido hacer un recorrido por La Bañeza y su comarca explicando detalles sobre la Navidad tradicional.

Una de las fuentes más interesantes para conocer las tradiciones de la contorna bañezana en el paso entre los siglos XIX y XX es la obra escrita en 1914 por el musicólogo Manuel Fernández Núñez (1883-1952), con el título de Folklore Bañezano. En este librillo se hacen una serie de referencias de las festividades más importantes del año como el Carnaval, la Semana Santa, el Corpus, etc; así como una pequeña recopilación final de romances y otros textos narrativos.

El gran valor de los datos que aporta este investigador se ve en cierto modo empequeñecido al no decir en qué lugar se celebraba cada costumbre que apunta, aunque, a rasgos generales, podría servir para muchos de nuestros pueblos. Haremos a continuación un pequeño comentario sobre el capítulo referido a las celebraciones navideñas que estamos viviendo:

"Los días que preceden a Navidad reúnense los jóvenes en casa del tamborilero del pueblo o de otra persona que goce fama de ingeniosa y atrevida. 
A las seis de la tarde llegan mozos y mozas cantando coplas alusivas a la próxima festividad, con plumas, flores, ramos y olivos. En la habitación señalada para el ensayo, y en tanto las mozas tejen un ramo de singular aderezo y primorosa confección, los mozos
entonan los Kyries de la misa acompañándoles tamboril y pito, instrumentos indispensables en el coro”.

Comienza Fernández Núñez hablando someramente de los importantes preparativos previos que toda festividad tradicional requería, es por ello que los mozos y mozas, encargados habituales de la preparación de todo el aparato que solemnizaba las fiestas, deben reunirse para los ensayos previos en una casa.

Este acto solía llevarse con discreción para no arruinar la sorpresa a los vecinos del pueblo. Los textos a cantar solían ser compuestos por alguna persona, tamboritero como dice Manuel, los maestros, etc que, sin tener estudios musicales, sí contaba entre la población con fama para componer este tipo de cantares, generalmente en versos octosílabos, relativos a la Navidad y los sucesos peculiares del pueblo en el año que acababa, de ahí el atrevimiento mencionado. Las tonadas, por otro lado, era común buscarlas en pueblos cercanos si había afán de innovar, o seguir con las propias del pueblo “recicladas” de otros ramos.

La víspera de Navidad, con la ronda, se llevan los adornos propios para el ramo: plumas, flores, ramos, olivos (uno de los pocos árboles con hoja en estas fechas y que era habitual encontrarlo en los atrios de las iglesias, que en algunos pueblos se conocen como “huerto de los olivos”, y del que se recogían también ramos para el domingo de ellos). Como dice el texto, las mozas eran las encargadas de prepararlo, mientras que los mozos ensayaban el ordinario de la misa, que con sus complicados quiebros y melismas entonaban desde la tribuna, destacando especialmente el solo del “incarnatus” del Credo, prueba irrefutable de los buenos cantores.

Estos cantos, a falta de órgano en nuestros pueblos, se acompañaban y solemnizaban con instrumentos tradicionales destacando sobre todo la gaita, cuyo uso en Asturias para la misa, donde ha pervivido hasta hoy, ha sido declarado Bien de Interés Cultural.

“El día de Nochebuena llegan, a las doce de la noche, los pastores a la puerta del templo. Les preceden los aldeanos conduciendo el ramo en un carretillo de triunfo que ha de ser bendecido en la parroquia, y el que arrastran las mozas más barbianas y rumbosas. Hasta tanto las autoridades locales ordenen los grupos, colocándose en el banco de justicia, permanecen en el atrio los rondadores y mozas de ramo.
Ya en la parroquia la autoridad, el sacerdote bendice al pueblo, y con su venia cantan la copla de entrada, en cuyos versos, de exacta medida, aluden a los acontecimientos más importantes del año, lamentándose siempre de las cargas contributivas que les afligen y de las guerras y pestes que asolaron a la nación. Seguidamente, dirigiéndose hacia el altar de la Virgen, salúdanla con romances de singular originalidad, prometiéndola alabanzas para después de la misa, y felicitando la Navidad a ella y al Rey del cielo, terminan con despedidas y bailes en coplas de este estilo.
Finalizada la Misa, acércanse las mozas al presbiterio con el carro triunfante, en que llevan el ramo. Con filigranas originales, poniendo todo su interés y gracia en el cantar, dirigen al sacerdote chispeantes coplas, salpicadas de ingenio y pícara gracia. La justicia escucha, con el empaque propio de los aldeanos, versos de fina burla, poesías de atrevida picardía o semblanzas hilvanadas con satíricas historias. Después de repetidos bailes e incesantes repiques de castañuelas, los rondadores abandonan el templo, recorriendo las calles en demanda de limosna para los pobres".

Llegada la medianoche con la Misa del Gallo, la gente implicada espera a la puerta del templo, pues será desde este lugar donde comience el acto. Allí llegan con el carretillo de triunfo, un pequeño carro de madera con sus ruedas en el que se colocan las ofrendas y estructuras y del que tiran en este caso las mozas rumbosas.

No hemos encontrado hoy estructuras de este tipo, sin embargo, sí tenemos noticia de su uso en pueblos cercanos a La Bañeza como Santibáñez de la Isla en el que se colocaban conejos o gallinas o en Villares de Órbigo con una escultura de Santiago Matamoros, pues allí celebran su traslación, rodeada de peras y manzanas.

También ha pervivido el recuerdo del carro en dichos y diretes de la tradición oral como aquellos que nombran a San Antonio, que mira desde el altar cómo le llevan una pava “metidita en este carro”, en Genestacio de la Vega.

Alude Núñez a la copla de entrada, pues antes de pasar el umbral de las puertas es necesaria la petición de licencia para entrar, un mero formalismo muchas de las veces, pues previamente solía estar ya aceptada y concordada con el párroco. Estrofa esta que solía preceder a otra que invitaba a los hombres, que solían estar colocados atrás, a apartarse a los lados para entrar con la ofrenda.

Siguiendo pues con todos los temas a tratar: las sequías con sus malas cosechas, las guerras que asolan el país, los excesos de los gobernantes, los problemas con el lobo, etc.

Además de las propias de la Navidad que relatan las aventuras de María y José en busca de posada, el nacimiento y la matanza de los inocentes, la llegada de los reyes, la buenaventura de la gitana, la huida a Egipto con el apócrifo milagro del trigo y la caída de los ídolos llegando hasta la perdición del Niño en el templo en algunos casos.

Estas ofrendas, solían estar dedicadas a la Virgen del Rosario, la Virgen de las mozas, que no faltaba en las parroquias de nuestros pueblos, siendo habitual su salida en muchas fechas del año y cuyas manillas se pasaban unas mozas a otras.

Sirva de ejemplo a estas letras aludidas esta entrada del ramo de Quintana del Marco:

-Deo Gracias Ave María
¿quién es quién pica a la puerta?
-Somos unas doncellitas
que venimos de alta sierra.
-Si sois doncellas, decidme
¿Quién os ha dado licencia?
-Un ángel que ha dado parte
que bajó de las estrellas.
Licencia ya la tenemos
doncellas vamos entrando
una a una, dos a dos,
agua bendita tomamos.

Por otro lado, sobre las crueldades de la guerra, motivo recurrente en un periodo de poca paz el que estamos tratando, pondremos un ejemplo de Ferreras de Cepeda recogido por Miguel Manzano:

Cuántos pobrecitos niños
tienen los padres n` el frente
remédialos Virgen Santa
que no les llegue la muerte.
Unos mueren a fusil,
y otros a la bayoneta,
y las pobres de las madres
tienen que tener paciencia.
Unos se quedan heridos
otros quedan casi muertos
y como andan los cañones
y sin tener más remedio
En esas tristes trincheras,
en los gruesos parapetos
pidiendo auxilio a sus madres
que lleguen los camilleros…

Recuerda este texto que estamos comentando a otras ceremonias que tenían lugar en estas fechas como la de las Serranas de Cunas, documentada por David Álvarez, donde ocho mozas con su ramo, y acompañadas de castañuelas y unas acompasadas danzas ofrecían sus roscas velas a la Virgen del Rosario, revestidas también de una manera especial para la ocasión.

En cuanto a esas estrofas satíricas, que cerraban estos cantos con diferentes nombres como “comedias” o “pascuas” de las que encontramos paralelismos en mascaradas invernales y comparsas carnavalescas, y que en La Bañeza han quedado vinculadas al entierro de la sardina.

Vamos a viajar a la comarca de Omaña, concretamente a Andarraso, para ver un curioso ejemplo recogido por el padre César Morán:

El señor cura y Juanón
se ponen en las Piniellas
porque les parece a ellos
que era la espera más cierta.
Estaban ambos a dos
entretenidos y hablando
cuando miran para adelante
ya ven el corzo saltando.
El cura le dice a Juan
-Tira tú y tírale luego,
porque tienes mejor ojo
para la caza de pelo.
Juanon dice pa entre sí
-Allá te va el cañonazo.
Ay pobrecito de corzo
peme que te partí el rabo.
Al ver que no se movía
luego ha gritado muy alto
-¡Venid acá compañeros!
que el corzo cayó en mis manos.
Luego llegaron los mozos
todos corriendo y saltando
cuando llegaron al sitio
era un rebollo quemado.

Las costumbres referidas en este texto se fueron perdiendo a lo largo del siglo XX, con los cambios culturales y la despoblación imperante en nuestra comarca, quedando solamente el recuerdo de las personas ancianas y algunos explicativos textos como el comentado que, llegada la fecha, conviene recordar y poner de actualidad para conocer realmente de dónde venimos.

Bibliografía

  • David Álvarez Cárcamo. La tradición oral leonesa. Antología sonora del romancero. León: Cátedra de Estudios Leoneses, 2019.
  • Jose Luis de las Heras Alija. Memorias Abiertas, tradición cantada y relatada en Quintana del Marco y Genestacio de la Vega. La Bañeza: Monte Riego, 2023.
  • Manuel Fernández Núñez. Folklore bañezano. Madrid: Tip. De la revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1914.
  • Miguel Manzano. Cancionero leonés. Volumen III, Tomo I. León: Diputación provincial, 1991.
  • César Morán. Por Tierras de León. Salamanca: Establecimiento Tipográfico de Calatrava, 1925.
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